Una geología compleja
El mapa geológico simplificado de Bretaña revela la composición y la estructura de su subsuelo. Las áreas coloreadas representan unidades geológicas. Las líneas negras, curvas o rectas, representan grandes fracturas: fallas. Este mosaico gráfico ilustra una cierta complejidad.
Una larga historia… fragmentada
Bretaña pertenece al macizo armoricano. Alberga las rocas más antiguas de Francia, datadas en aproximadamente 2 mil millones de años. Estas últimas no son muy numerosas. La mayoría de las rocas bretonas cuentan una historia de 750 millones de años. Con, hay que precisarlo, algunas lagunas durante los últimos 300 millones de años. La información geológica no siempre se conserva. Esta larga historia da testimonio de fenómenos geológicos globales.
Una dinámica global
La superficie de nuestro planeta es un verdadero rompecabezas dinámico constituido por piezas de distintos tamaños: las placas tectónicas (véase instalación 20). Impulsadas por la dinámica interna del globo, se desplazan, se unen, se dividen, se superponen, se rozan entre sí. El aspecto del planeta se transforma así con el paso de millones de años. Los continentes se fragmentan, se reúnen, los océanos se abren, se cierran, las montañas se elevan y luego se erosionan… Pero detrás de este aparente desorden se oculta una forma de ciclicidad: los eventos geológicos se repiten.
Creación de dos cordilleras
Numerosas rocas bretonas, deformadas, transformadas, fundidas, son testigos de la formación de dos cordilleras: la cadena cadomiana entre 650 y 540 Ma y la cadena herciniana entre 360 y 300 Ma. Estas dos orogénesis son el resultado de la convergencia de placas tectónicas. En otras palabras, el actual macizo armoricano es el resultado de un ensamblaje de fragmentos de antiguas placas. Las rocas del sur de Bretaña pertenecían anteriormente al mítico supercontinente Gondwana, antes de formar parte del continente euroasiático actual.

Aparición y desaparición de océanos
Dos tipos de rocas son testigos de estas epopeyas oceánicas. Las primeras son rocas de origen sedimentario. Los fósiles presentes en estas rocas, como los de artrópodos marinos (los trilobites) o las ondulaciones de arena fosilizadas, son indicios notables que atestiguan su origen marino. Las otras rocas son de origen magmático, como antiguos gabros o basaltos. Estas rocas están generalmente asociadas a dominios oceánicos existentes o en formación. Constituyen pruebas irrefutables de la existencia de antiguos dominios oceánicos. En otras palabras, ¡una gran parte de las rocas bretonas se formaron en mares u océanos hoy desaparecidos!

Los geólogos estiman que en el Paleozoico (541 Ma - 252 Ma), durante aproximadamente 130 millones de años (de 480 Ma a 350 Ma), los sedimentos acumulados en medio oceánico formaban un apilamiento sedimentario de un espesor comprendido entre 5 y 6 kilómetros.
¡Volcanes en erupción!
Los edificios volcánicos ya no existen. Sin embargo, algunas formaciones geológicas están constituidas por antiguos productos volcánicos: coladas de lava o depósitos de cenizas, etc. La cadena cadomiana, mencionada anteriormente, fue una cordillera como la que actualmente se alza en los Andes, en América del Sur. Las lavas almohadilladas, más discretas en el territorio, provienen de episodios de vulcanismo submarino.

Climas diferentes
Los cantos rodados de cuarcita encontrados a más de 140 m de altitud alrededor del monte Menez-Hom, situado a las puertas de la península de Crozon, los depósitos de “arenas rojas” (véase instalación 25), los faluns, son también testigos de variaciones del nivel del mar provocadas por cambios climáticos pasados. Más recientemente, hace apenas 20.000 años, durante el último máximo glacial, las rocas bretonas cercanas a la superficie fueron fuertemente fragmentadas por la acción del hielo. En esa época, el nivel del mar alcanzaba la cota de -125 m. ¡Nuestros antepasados podían llegar a pie hasta Irlanda o Inglaterra!
Un viaje en latitud
Las rocas sedimentarias son buenos registros climáticos. Las calizas bretonas, datadas en 410 millones de años, contienen fósiles de corales. Estos organismos arrecifales atestiguan un clima cálido y un mar poco profundo. Las reconstrucciones paleogeográficas sitúan, en esa época, al (futuro) macizo armoricano a la altura del trópico de Capricornio, en el hemisferio sur. Los sedimentos, pero también las lavas, registran los desplazamientos en latitud de las placas tectónicas.